Es común no estar seguro/a de qué quieres conseguir con la intervención, no te preocupes, tu psicólogo/a te ayudará a encontrar y delimitar las cosas que necesitas para estar bien.
Los/las psicólogos/as sabemos qué preguntas tenemos que hacer para ayudarte a encontrar lo que necesitas y, tras la primera sesión, saldrás con las ideas más claras.
Desde luego, es completamente normal experimentar altibajos emocionales a lo largo del proceso, ya que la terapia puede ser un proceso emocionalmente desafiante y a menudo implica enfrentar y procesar emociones difíciles. El proceso de autoconocimiento lleva consigo el ser consciente de aspectos, conductas, emociones y vivencias que anteriormente no identificabas. Aun así, el hacer frente a esas emociones es lo que conseguirá vencerlas y que puedas mejorar tu bienestar emocional y adquirir estrategias y habilidades que te protegerán en los desafíos futuros que puedan aparecer a lo largo de tu vida.
Además de las emociones negativas que puedan surgir en terapia, la tónica general será la contraria, al poder observar que cada vez puedes ir gestionando mejor las emociones, comenzarán a cesar los síntomas negativos y tu nivel de confianza y seguridad en ti mismo/a aumentara, así que sí, la terapia puede sentirse en algunos momentos como una montaña rusa, pero cada vez las bajadas no serán tan pronunciadas.
La decisión de terminar la terapia es personal y se tiene que basar en varios factores:
- Si sientes que has alcanzado los objetivos que estableciste al inicio de la terapia y te sientes satisfecho/a con los resultados.
- Si te sientes más seguro/a en tu capacidad para enfrentar los desafíos de la vida y manejar tus emociones.
- Si tu malestar se ha reducido significativamente y sientes un aumento en tu bienestar emocional y una mayor satisfacción con tu vida en general.
- Si te sientes seguro/a y empoderado/a.
Si consideras que los puntos anteriores los has conseguido, es momento de que hables con tu psicólogo/a para valorar la finalización de la terapia. Ten en cuenta que, para prevenir recaídas, es recomendable realizar sesiones de seguimiento espaciadas en el tiempo con el fin de asegurar de que tu progreso y bienestar se mantiene.
De todos modos, ten en cuenta que siempre que lo necesites podrás volver a contactar con tu psicólogo/a, siempre estará para ayudarte a resolver problemas que puedan haberte surgido. El vínculo que habéis creado se mantendrá siempre.
No es necesario que realices ninguna preparación en particular de cara a la primera sesión, pero si quieres aprovechar al máximo esa primera visita, te sugiero que te tomes un tiempo para reflexionar por qué estás buscando terapia, cuáles son los problemas, preocupaciones o síntomas que te gustaría abordar y qué objetivos esperas lograr. También puedes pensar en qué cualidades valoras en un/a terapeuta, qué tipo de enfoque terapéutico crees que sería más útil para ti y hacer una lista de preguntas sobre dudas que te gustaría que te resolviera tu psicólogo/a.
Para mantener el progreso es fundamental que sigas practicando lo que has aprendido en la terapia, aplica las estrategias y técnicas que has visto en las sesiones en tu vida diaria, establece metas específicas que te gustaría lograr entre sesiones y trabaja para alcanzarlas. También es necesario que priorices el autocuidado y el bienestar emocional, así que toma las decisiones que tengas que tomar, ten buenos hábitos de vida, dedícate tiempo para relajarte y descansar y llénate de actividades que te aporten felicidad.
Explicarle a tu entorno que necesitas ir a terapia es un paso importante y valiente, intenta expresarles tus sentimientos de manera honesta y directa y explícales por qué consideras que podría ser útil para ti. Es importante también normalizar la terapia, ya que buscar ayuda profesional para afrontar los problemas emocionales es algo común, normal y necesario, así que pídeles su apoyo y comprensión y explícales que es importante para ti que te acompañen en este proceso.
De todos modos, si no te apetece compartir con nadie que estás acudiendo a terapia eres libre de no hacerlo, eso lo decides tú.
Si no puedes costear las sesiones de psicología tienes varias opciones. La primera es acudir a tu centro de salud para que tu médico de cabecera te derive al psicólogo/a de la seguridad social, si esta opción no te convence porque te han dado cita para meses después y necesitas acudir ahora, ponte en contacto conmigo a través del formulario. Hay huecos reservados para personas que están en paro y para sus familiares con un descuento del 50% del precio de la sesión.
Si estás experimentando estos pensamientos, es crucial que busques ayuda de inmediato, podremos ayudarte.
Además, te cuento algunas acciones que puedes tomar en esa situación para que te protejas:
- Llama a tu psicólogo/a, psiquiatra o médico de cabecera de inmediato. En el caso de que no puedas comunicarte con ellos/as acude a urgencias.
- No te quedes solo/a, pídele a alguien de confianza que esté contigo o ve a un lugar donde haya personas que puedan ayudarte.
- Si tienes acceso a medios para autolesionarte, retíralos o pide a alguien que lo haga por ti.
- No te culpes ni te avergüences, los pensamientos suicidas son un signo de que estás luchando contra un dolor emocional abrumador y no eres culpable de ello, es importante que busques ayuda y apoyo.
- Comunica tus sentimientos a alguien en quien confíes, a veces simplemente hablar sobre lo que estás sintiendo puede ser un gran alivio y el primer paso para recuperarte.
- Si estás en peligro inmediato, no dudes en llamar a alguno de los teléfonos especializados en prevención del suicidio.
Teléfono de la esperanza: 914590055 – 717003717
Línea de atención a la conducta suicida: 024
La confidencialidad es un principio fundamental en la terapia, de tal modo que todo lo que compartas con tu psicólogo/a durante las sesiones se considera confidencial y no compartirá información sobre tu tratamiento con otras personas sin tu consentimiento.
Aun así, hay algunas excepciones en las que los psicólogos/as están legalmente obligados a romper la confidencialidad. Estas excepciones generalmente incluyen situaciones en las que hay un riesgo inminente de daño que te puedas hacer a ti mismo/a o a otros, casos de abuso infantil o abuso de personas vulnerables, o cuando se requiere por ley compartir información en un proceso legal.
A la hora de evaluar si estás consiguiendo cambios con la terapia es importante contemplar varios aspectos. En primer lugar, considera si hay síntomas por sí mismos que te den la medida de que está habiendo una mejoría, como por ejemplo si tu malestar ahora se manifiesta con menor intensidad, si tu funcionamiento diario está mejorando, si estás consiguiendo un mayor autoconocimiento o si estás adquiriendo estrategias nuevas que antes no tenías. En segundo lugar, es frecuente en procesos terapéuticos largos, que perdamos la noción de cómo estábamos unos meses atrás porque nos acostumbramos al estado en el que estamos actualmente, en este punto es importante hacer una revisión con tu terapeuta acerca de los objetivos terapéuticos que establecisteis al principio de la intervención y valorar cuáles se han conseguido y cuáles no.
Si sientes que necesitas tomar medicación además de la terapia psicológica, háblalo con tu terapeuta para valorar si sería conveniente derivarte a un/a psiquiatra para que evalúe tu caso. En el caso de que tu terapeuta considere por sí mismo/a que necesitas tomar medicación, te realizará un informe para que puedas llevarlo a tu consulta con el/la psiquiatra.
Es importante tener en cuenta que en las primeras sesiones es frecuente sentirse nervioso/a o incómodo/a, al final, estás contándole cosas muy personales e incluso difíciles a una persona que acabas de conocer, y eso no es fácil. Es un paso muy grande el haber tomado la decisión de acudir a terapia, así que ten paciencia, esos nervios e incomodidad se pasarán pronto y podrás expresarte con total tranquilidad y libertad. Sin embargo, si conforme van pasando las sesiones sientes que esa incomodidad no cesa, te recomiendo lo siguiente:
- Reflexiona sobre por qué no te sientes cómoda/a hablando con tu psicólogo/a, tal vez hay aspectos específicos de la terapia, la personalidad de tu terapeuta o el entorno de la consulta que te hacen sentir incómodo/a.
- Expresa tus preocupaciones de manera honesta y directa con tu psicólogo/a, comunicar cómo te sientes puede ayudar a abordar cualquier malentendido o problema que esté afectando a tu comodidad en la terapia.
- Si crees que la falta de comodidad es algo que puede ser superado con tiempo o ajustes en el enfoque terapéutico, valora el darle otra oportunidad, si sientes que la falta de comodidad es persistente, te recomiendo que consideres buscar a otro/a terapeuta. La relación terapéutica es fundamental para que la terapia tenga éxito, y encontrar a alguien con quien te sientas más conectado/a puede ser beneficioso.
La primera sesión de terapia se centra, en primer lugar, en comenzar a establecer una relación de confianza con tu terapeuta con el fin de que puedas sentirte cómodo/a para expresarte libremente, en segundo lugar, se recogerán datos sobre tu historia personal y de vida para que el/la terapeuta pueda comprender tu contexto, en tercer lugar, tendrás la oportunidad de hablar sobre tus preocupaciones, problemas y síntomas actuales para, por último, poder identificar y delimitar cuáles son los objetivos de la intervención y comenzar a crear el plan de tratamiento.
Recuerda que la primera sesión es principalmente para conocerte y establecer una base para el trabajo futuro. Es normal sentirse un poco nervioso/a o incómodo/a al principio, pero recuerda que el terapeuta está ahí para ayudarte y apoyarte en tu viaje hacia el bienestar emocional.
Encontrar a tu terapeuta requiere un poco de dedicación e incluso no es raro que se tenga que probar con distintos/as antes de encontrar el/la que más congenia contigo.
¡No te desanimes! Aunque los psicólogos/as somos expertos/as en crear buenos vínculos con los pacientes y en daros el espacio para que os sintáis cómodos/as y en confianza, con algunos/as terapeutas congeniaréis mejor que con otros/as. Esto se debe a que al final, paciente y psicólogo/a somos personas con características de personalidad diferentes y una manera de expresarnos también diferente, lo que puede hacer que te sientas más a gusto y con más afinidad con personas con un tipo de características de personalidad concretas.
Además de tener claras cuales son tus preferencias por ejemplo de género y edad, pedir recomendaciones de profesionales a amigos/as o familiares que hayan acudido a terapia también puede resultarte útil.
Así que, si estás en búsqueda de tu psicólogo/a e incluso si ya has tenido una experiencia previa que no fue del todo satisfactoria, es probable que hayas sentido desmotivación y desesperanza, pero déjame decirte que hay un psicólogo/a idóneo para ti y con el/la que podrás conseguir los cambios que necesitas.
Un psicólogo/a puede ayudarte a tratar una amplia variad de problemas, como por ejemplo la depresión, el trastorno bipolar, la ansiedad, las fobias, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el trastorno de estrés postraumático, la anorexia, la bulimia, la baja autoestima, los conflictos familiares, los problemas de comunicación, la pérdida de un ser querido, el trastorno por déficit de atención, la adicción a drogas, el abuso, el estrés en el trabajo, los problemas de ira, los trastornos de la personalidad y un largo etcétera.
Saber cuándo sería conveniente hablar con un psicólogo/a a veces puede resultar complicado o confuso. Dada la poca educación que recibimos en materia de inteligencia emocional, identificar las señales de alerta que podrían indicarnos que sería conveniente acudir a terapia puede no ser una tarea sencilla, así que aquí te cuento algunas:
- Si tienes síntomas emocionales o conductuales que persisten durante un tiempo prolongado y que te están afectando en tu día a día, como por ejemplo ansiedad, tristeza, dificultades para concentrarte, problemas de sueño, cambios en el apetito, etc.
- Si están surgiendo conflictos en tus relaciones personales, ya sea con tu pareja, familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc.
- Si estás teniendo dificultades para adaptarte a cambios importantes en tu vida, como por ejemplo una pérdida significativa, un divorcio, un cambio de trabajo, una mudanza, etc.
- Si estás experimentando pensamientos suicidas, autolesiones y otras conductas que ponen en riesgo tu seguridad y bienestar.
- Si estás experimentando mucho estrés debido a presiones laborales, problemas financieros, múltiples responsabilidades, etc.
- Si tienes dificultades para manejar tus emociones y aparecen explosiones de ira, ataques de pánico, episodios de llantos incontrolables.
- Si has experimentado traumas pasados que continúan afectando tu calidad de vida en el presente.
Además, no solamente es conveniente acudir a terapia si sientes que tu bienestar y calidad de vida ha disminuido, si deseas aumentar tu conocimiento y crecimiento personal, con la intención de comprenderte y conocerte mejor a ti mismo/a, desarrollarte personalmente y mejorar tu calidad de vida en general, hablar con un psicólogo/a puede ayudarte también en este proceso.